Mencía de Mendoza (Jadraque, Guadalajara, 1508 – Valencia, 1554)
Mencía de Mendoza, noble española, intelectual, bibliófila, humanista y mecenas de las artes y letras del Renacimiento, sucedió a su padre a la edad de catorce años como marquesa del Cenete.
Contrajo matrimonio con Enrique III de Nassau- Breda, camarero mayor y consejero de Carlos V, con quien se casó el 27 de junio de 1524 trasladándose a vivir a Breda, donde reside los años 1530-1533 y 1535- 1539.
En Flandes crea contacto con los intelectuales del momento, entre otros con Luis Vives, a quien contrata como profesor, y con quien estudia Latín y Cultura clásica.
Cuando Enrique de Nassau muere en el año 38, su hijo Renato de Châlon le sucede como señor de Breda, abandonando Mencía, por esta razón, los Países Bajos.
Había tenido varios embarazos malogrados y un hijo, Rodrigo, fallecido a muy temprana edad.
Llega a ser, por herencia y por matrimonio, una de las mujeres más ricas de su tiempo, algo de lo que sacarán partido tanto Carlos I como Felipe II, quienes no dudaron en pedirle dinero para costear las guerras de Flandes.
A su regreso a España continúa su labor de mecenazgo, destacando como coleccionista de obras de arte y joyas y como apasionada bibliófila, dueña de una nutrida biblioteca ubicada en el Palacio del Real en Valencia, que a su muerte contaba con 949 ejemplares, siendo considerada una de las bibliotecas de uso más importantes de la España del XVI.
Tras un tiempo en el castillo de Ayora, se traslada a Valencia, al casarse, en el año 41, con Fernando de Aragón, duque de Calabria y virrey de Valencia, matrimonio en el que
éste no tienen mayor interés y al que consiente por insistencia de Carlos V.
Mencía de Mendoza sólo sobrevivió cuatro años a su segundo marido, años que permanece en Valencia, desarrollando una intensa actividad como mecenas.
Su curiosidad intelectual la lleva, por ejemplo, a gestionar la búsqueda de semillas de plantas exóticas americanas para su jardín en Valencia.
En sus últimos años sufrió de una obesidad mórbida que le impedía respirar y, dicen, le provocaba calvicie.
Mencía de Mendoza murió, sin descendencia, el 4 de enero de 1554 y allí fue enterrada, por voluntad suya, en la capilla de los Reyes del Convento de los Predicadores.
Aunque contó con el sostén de algunas secciones liberales de la corte y del propio emperador, sus ideas humanistas fueron una polémica constante para los ambientes de poder más defensores del feudalismo.
Es necesario añadir, para finalizar, que en su ocupación cultural, Mencía de Mendoza fue un contacto muy importante en las relaciones culturales de los Países Bajos con España.
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Para saber más de Mencía de Mendoza:
ALEGRE CARVAJAL, Esther (dir.). Damas de la casa de Mendoza. Historias, leyendas y ólvidos. Ediciones Polifemo. Madrid, 2014 Artículo de Juana Hidalgo Ogáyar (pags. 461 -482)
GARCÍA PÉREZ, Noelia. Mencía de Mendoza (1508 – 1554) Biblioteca de Mujeres, Ediciones del Orto. Madrid, 2004
https://dbe.rah.es/biografias/32605/mencia-de-mendoza